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¿Cómo será el consumidor del futuro?

De la alegría al deseo. Así cambiarán las decisiones de compra hacia el 2027, donde la emoción será la nueva estrategia de consumo

Tiempo de lectura: 3 minutos ⌚

Un día estás sentado en una cafetería, viendo tu pantalla de celular, y haciendo no una compra por impulso, o comprando por adquirir la última novedad; sino por emoción. Ahora eliges productos que te inspiran, que te ofrecen calma o que te hacen sentir parte de algo más grande.

Después de años de estrés, incertidumbre y exceso de información, el consumo no se trata solo de necesidad o de tener más, sino de sentirte mejor.

Y las emociones se han convertido en el nuevo punto de partida de cada decisión: alegría estratégica, deseo de evasión u optimismo suspicaz.

Son tres de las emociones, que según el pronóstico anual de WGSN, moldean una nueva manera de vivir, comprar y conectar, así:

  • La alegría estratégica, que invita a reimaginar el mundo desde la inspiración.
  • El deseo de evasión, que busca liberar a las personas de la sobrecarga.
  • Y el optimismo suspicaz, esa fe en la tecnología que llega acompañada de cautela.

Es decir que el futuro del consumo no depende de lo que compras por necesidad, sino de lo que eliges por cómo te hace sentir.

Es que, durante años, las empresas compitieron por atención, innovación y precio. Pero ahora la atención ya no basta, el consumidor del futuro lo que espera encontrar es empatía, propósito y bienestar emocional.

Las emociones serán el filtro principal de las decisiones de compra. Las empresas de todos los sectores como moda, belleza, alimentación, tecnología o deporte deberán diseñar productos que conecten con lo que la gente siente, no solo con lo que necesita.

El desafío, entonces, no es vender más, sino saber conectar mejor.

Ahora veamos esas emociones una a una, porque quién logre entenderlas, comprenderá el consumidor del futuro.

Alegría estratégica 

Los consumidores pronto llegarán a este estado emocional desde un punto de partida complejo: sentirse desregulados, estresados o aburridos. Tres sensaciones que exigirán, a los emprendedores, o a ti que estás leyendo esto, una mentalidad más cercana a soluciones imaginativas capaces de transformar la rutina en propósito.

En otras palabras, la alegría estratégica es una búsqueda consciente por sentirse incluido en una narrativa cultural más amplia, sereno y profundamente inspirado por el mundo.

En lugar de negar la negatividad, tú como emprendedor o como dueño de tu negocio, deberás convertir la complejidad en creatividad, usando el diseño, el color, la música o la tecnología para generar emociones.

Una campaña que te hace sonreír, una experiencia inmersiva que te inspira o un mensaje que te recuerda que perteneces a algo más grande… eso será alegría estratégica.

Empresas como LEGO, que descubrió que el 85% de los padres cree que el juego fomenta una visión más inclusiva del mundo, ya aplican esta filosofía.

Otro estudio, que destaca el informe, revela que el 54% de los consumidores globales dicen buscar una sensación de alegría al comprar en línea.

Esto demuestra que el juego, la creatividad y la nostalgia no son simples tendencias, son recursos emocionales poderosos.

Deseo de evasión

El deseo de evasión, o witherwill como lo define el autor de Dictionary of Obscure Sorrows, John Koenig, describe el anhelo de liberarse de responsabilidades y escapar, aunque sea un momento, del agotamiento mental. Y será una de las emociones dominantes del consumidor de 2027.

¿Por qué?

Después de años de hiperconectividad, las personas buscan productos o servicios que ofrezcan respiro, calma y autenticidad. El consumo se transforma en un refugio emocional: experiencias más lentas, productos que promueven equilibrio y espacios que invitan al descanso.

Los negocios enfocados al bienestar y turismo, por ejemplo, tendrán una oportunidad única para ofrecer evasión consciente, no como huida, sino como reconexión con uno mismo.

Podríamos concluir que esta emoción nos trasmitiría un enfoque que equilibra lo real y lo aspiracional para devolverle sentido emocional a la vida cotidiana. Este estado emocional nacerá de tres impulsores fundamentales: sentirse abrumado por la responsabilidad, sentirse solo, y una creciente empatía por los demás.

Por esto, si tú comprendes lo que tus clientes sienten, estarás vendiendo lo que ellos esperarán encontrar.

Optimismo suspicaz

La tercera emoción clave, el optimismo suspicaz, refleja una relación compleja con la tecnología y la inteligencia artificial.

¿Qué sucede?

Los consumidores confían en la innovación, (es verdad), pero con una nueva conciencia ética y emocional. Sí, queremos asistentes virtuales que nos faciliten la vida, o tecnología que ofrezca la posibilidad de acelerar procesos, lo cual es importante, pero también queremos saber cómo y qué hacen con nuestros datos.

Ósea que el consumidor se encontrará en una relación ambivalente con la tecnología, pues estará fascinado por su potencial, pero receloso de sus consecuencias.

De esa dualidad nace el optimismo suspicaz. Este estado emocional estará impulsado por tres emociones: el asombro ante el potencial de la innovación, el miedo a las consecuencias imprevistas, y la desilusión por las expectativas no cumplidas del pasado.

Aquí el papel que tienen los creadores de contenido, por ejemplo, será clave en cómo se percibe esta emoción, porque el futuro se trata de encontrar el punto medio donde la tecnología y las personas convivan (el equilibrio perfecto, ¿no?).

Entonces, mañana, te encuentras terminando tu café, y entiendes que el acto de comprar ha dejado de ser transaccional para volverse emocional. Y que el éxito de tuyo, como emprendedor, ya no dependerá de lo que vendes, sino de cómo logras hacer sentir a tus clientes.

Por eso, conocer a los consumidores, saber qué emociones puedes trasmitirles o generarles, es clave. Así que si tu empresa, comprende cómo activar la alegría estratégica, el deseo de evasión y el optimismo suspicaz, será una idea de negocio potente, que llegará a conectar de verdad con las personas, porque las haces sentir.

Así que, la próxima vez que vendas o compres algo, pregúntate:

¿Lo hago porque lo necesito… o porque busco sentir algo?

Escrito por: Catalina Bonnet

 

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