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En ocasiones se piensa que decir NO es un acto agresivo e irrespetuoso, llegando a ser una respuesta mal vista en líneas generales, pero aquello no es cierto. En ocasiones, esta palabra puede ayudar a marcar límites, como por ejemplo, en el trabajo, de manera tal que se puedan evitar posibles inconvenientes por el exceso de tareas. Un reflejo podría ser desempeñarse fuera del horario laboral continuamente.
Con este contexto, responder “no” se convierte en un acto de amor propio, pero claro, esto no significa ofender a alguien. Por el contrario, es una palabra que, si se dice y habla con la persona adecuada en la organización, bajo una línea de respeto, logrará generar un espacio de acuerdos que serán valiosos para el bienestar personal y organizacional.
Si resulta difícil transmitir a las personas tu inconformismo, se sugiere antes analizar qué está ocasionando el malestar, a qué se debe la sobrecarga, identificar qué responsabilidades son propias o cuáles están fuera de tu control. Al dar ese primer paso, reconociendo los casos puntuales, podrá ser más fácil trasmitirlos al área correspondiente de la organización. Aquí la comunicación asertiva será vital.
Debemos aprender a cuidar nuestra salud física y mental. De hecho, no prevenir la sobrecarga y convertirlo en normal y cotidiano, puede desencadenar problemas significativos, hasta llegar a tener niveles altos de estrés, falta de motivación, depresión y el síndrome burnout o agotamiento, ocasionando irritabilidad y negativismo, entre otras afecciones.
Decir que no también es importante, reconocer que no se puede llegar a la meta cuando se trota por otros. No confundir los conceptos de trabajo en equipo y productividad será un valioso recurso para reconocer cuáles son o no tus compromisos. Cuidar de ti es el mejor trabajo que puedes hacer.
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Escrito por Natalia Gutiérrez V.
