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Uno de los grandes avances tecnológicos de la actualidad es el que atañe a los procesos de digitalización. Dentro de esa etapa de cambio, hay un componente que es sumamente popular hoy en día, la firma electrónica. Entre los distintos tipos de firmas electrónicas, hay una que muchos usan como sinónimo, pero no lo es: la firma digital.
Por empezar, podemos decir que una firma digital es un tipo de firma electrónica. Esta alternativa cumple con todas las medidas de seguridad y normativas legales exigidas para preservar la identidad de la persona que firma. Se trata del tipo más avanzado y confiable de firma electrónica.
A modo de ejemplo, para graficar los estándares de seguridad, podemos remarcar que no es posible firmar un documento digitalmente sin ingresar un número de usuario y contraseña que prueben que la persona que firma es realmente quien debe ser.
La firma digital tiene un proceso de codificación y encriptado para garantizar que el proceso sea legal, para certificar que la firma es legal. Para dotar de aún mayor seguridad al documento, se le aplican algoritmos matemáticos que van mutando en procedimientos sumamente complejos.
Si queremos hablar de lo que es la firma electrónica, por otro lado, hay que decir que es un término general, refiere a la aceptación, por medios virtuales, de algún acuerdo. Puede ser, por ejemplo, copiar y pegar una firma en un documento, con cualquier programa que lo permita.
Dentro de esa categoría, están las firmas digitales, que son las más seguras, por sus procedimientos y porque están certificadas. Como es de esperarse, otro tipo de firma electrónica puede ser fácilmente falsificada, al no haber ningún tipo de garantía de que quien pegó la firma sea efectivamente el firmante legal.
Como vemos, la diferencia entre un concepto y otro radica, sobre todo, en el hecho de que una es parte de la otra, pero, al mismo tiempo, es la versión más segura y confiable de todas las existentes.
Escrito por Pablo Ortiz.
